El cuerpo es extraordinariamente noble. Se acomoda día a día, momento a momento, a los excesos que sometemos a cada uno de sus órganos. El corazón bombea más, el páncreas metaboliza el doble, la vejiga se agranda y aguanta, el hígado desintoxica al tope, los pulmones resisten el humo, el estómago se estira y se estira para aceptar lo que va entrando, la tiroides soporta todo el estrés…Mientras nuestro cerebro no valora ni dimensiona adecuadamente esta realidad. La desconoce. Hasta que, alguno de estos soldados –agotado- no puede más, falla y la batalla comienza a perderse. Ahora veamos que resolvemos sobre nosotros mismos…
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