La experiencia se hace metiendo las zapatillas una detrás de otra y tranqueando ....tranqueando. Como en la vida, los kilómetros nos dan de a poco solvencia, nos adaptan al esfuerzo, nos ejercitan la mente para soportar cuando aflojemos, mejoran nuestros músculos y articulaciones y al final nos hacen felices de hacer algo que no todos pueden. Nos permiten dejar una estela mágica para nosotros y extraños, una brisa que nos refresca saludablemente....una brisa suave en el ventarrón de la vida.
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