La ancianidad es inevitable. Pero podemos preocuparnos y evitar los efectos que nos hacen vulnerables, mejorar la posible fragilidad y esquivar los eventos adversos. Hay medidas sencillas para tener en cuenta. Alimentación sana y adecuada en cantidad, descanso, vinculación en las redes sociales y actividad física son los pilares para transitar este tramo final del camino. Los programas de ejercicio físico y por sobre todo entrenamientos de fuerza son los métodos más eficaces para retrasar la discapacidad impuesta por el tiempo y otros efectos que aparecen. También son el camino para evitar las caídas, el deterioro cognitivo y la depresión. Si vas hacia la ancianidad haz más actividad física y busca un gimnasio donde mantener saludable tu estado. Tu autonomía será un ejemplo maravilloso.
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