La longevidad depende del genotipo y del fenotipo. Se sabe respecto a este último que la actividad física, la buena alimentación y menos estrés son factores que ayudan a ser longevo. El genotipo también tiene que ver. Es importante entender que uno va de la mano del otro. Un genotipo que predisponga a la longevidad con una vida desordenada no podrá expresarse. Igualmente ocurre que aunque un genotipo no predisponga a la longevidad, el movimiento, los buenos hábitos de alimentación, la ausencia de estrés, el pensamiento positivo y los sentimientos afectuosos, lo hagan. Hoy la medicina ha evolucionado para poder mantenernos con vida aun sin salud. Sin embargo para proyectarnos hacia la ancianidad, más allá de los 80 años en condiciones razonables, debemos adoptar hábitos adecuados y saludables. Esto será beneficioso para uno mismo, para la familia, la sociedad y el Estado.
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