Resolver la pobreza es una obligación imperativa de quienes tienen la responsabilidad de gobierno, de la distribución de alimentos, de la generación de empleo y de brindar posibilidades de desarrollo. Negarla es propio de necios, con propósitos que rayan la criminalidad porque no permiten resolverla al desconocerla. Aunque la solución nos deben a todos, la realidad es que debemos ayudar a llenar el plato. Un plato que está lleno para nosotros y vacío para muchos. Podemos ayudar principalmente en la pobreza alimentaria, normas de higiene, educación básica y de oficios, y de cuanto aporte podamos realizar para mitigarla. Un niño o una niña rescatados de la situación es un triunfo. Hoy pongamos un pensamiento en nuestra mesa para que se solucione este flagelo. No hay fiesta. Hay mucha miseria a resolverse. Aunque se niegue.
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