Hoy cumplo 74 años y me resultan extraños porque no me parecen. Casi un milagro. No tengo deudas con el pasado. Tampoco pretensiones que no pueda en mi futuro. Estoy envejeciendo esquivando con suerte y éxito algunos problemones. Mantengo el espíritu aventurero que me permite seguir soñando. Mis hijos ya no dependen de mi. Ni yo de ellos. Mantenemos un lindo y tranquilo andar con Mercedes que lleva 50 años. Nada cambió en mi riqueza. Sigo con varios pares de zapatillas y una bicicleta. Solo me falta volver a una línea de largada y falta poco. Tengo un patrimonio inmenso que no se compra, ni se gasta ni se pierde: el afecto de tantas amigas y amigos a quienes quiero y agradezco infinitamente. No debo ni me deben. Si necesito me pido a mi mismo. Estoy aligerando mi equipaje porque cada día que pasa me hacen falta menos cosas. Sin embargo no me parece tarde, no he dejado de soñar y nunca me he rendido. La tercera edad no existe. Solo existe el tiempo que va pasando. Abrazo Juanca.
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