El hambre deriva en episodios de tristeza y angustia para quienes lo padecen. La situación corporal, la imposibilidad de salir de los efectos del hambre, el deterioro físico, las enfermedades ocasionadas por ésta falta de peso, llevan a una situación anímica desastrosa. Vemos en estos momentos en todo el país estos casos dramáticos y tan dolorosos. Alguien debe hacerse cargo y torcer el rumbo de la alimentación hacia una dieta que regenere las falencias con urgencia y generar condiciones saludables e integrales para un desarrollo armónico de estos niños y adultos. Una tragedia en un país en el que cada dos camiones de cereal que vemos en las rutas, uno es para el gobierno.
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