La ineficacia de los gobiernos en asegurar a la población cuestiones básicas para su vida, relacionadas con la salud, la educación, la alimentación y otras vulnerabilidades, ha generado ingentes esfuerzos por parte de miles de personas solidarias que individualmente o a través de organizaciones se apiadan de tan humillante o desesperante situación, se arremangan y dedican tiempo, esfuerzo y dinero en ayudar a sus semejantes a los que la curva de la vida los alejó de lo elemental y básico y no pueden remediarlo por si mismos. Debemos reconocer y agradecer su abnegación, su solidaridad, su espíritu de esfuerzo, constancia, compromiso y su afecto infinito para remediar como pueden estas situaciones. Un abrazo a los solidarios y voluntarios que empujan y le ponen el hombro a tantos hermanos y hermanas con carencias, limitaciones y discapacidades. Ayudar a otro es un privilegio que debe ser reconocido por todos.
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