Firmes las reuniones con amigos y nuestras familias. En muchos casos comidas y bebidas en exceso. Permisos que nos concedemos voluntaria o involuntariamente. Felicidad gastronómica y chupandina sin fin. Claro que no se puede permanecer ajeno a las posibilidades de tanta variedad de calorías vistosas y atractivas. Pero en un momento terminó la fiesta. A ponerse las zapatillas y cargar al hombro la voluntad de corregir el desvío. Vamos con ánimo. Lo mejor: encarrilarse rápidamente. Es lo razonable para cada organismo que aguantó el chubasco pero necesita volver a funcionar con agilidad y saludablemente. Hoy a replantear los hábitos y hacerle el mejor regalo de Navidad a nuestro cuerpo. O acomodarlo y corregir para la que sigue.
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