Charlie compró su Piper J-3 Cub en 1952 por 800 $. Lo voló durante 70 años.
Ese pequeño avión amarillo se lo llevó a todas partes:
Primeras citas. Viajes de luna de miel. Vacaciones familiares.
Le propuso matrimonio a su esposa desde 3.000 pies sobre un lago.
Cuando nacieron sus hijos, él los llevó a casa desde el hospital.
El año pasado, a los 101 años de edad, Charlie entró en su hangar como cada sábado por la mañana.
Pero esta vez, se quedó allí parado.
Mirando su avión.
Mano en la hélice.
"¿Qué pasa, abuelo? "preguntó su nieto.
Charlie sonrió, lágrimas en sus ojos:
Nada, hijo. Solo estoy diciendo gracias. "
Nunca voló de nuevo después de eso.
No porque no pudo.
Pero porque él sabía... Algunas historias son perfectas tal como terminan.
Tres meses después, Charlie falleció en paz.
Su familia lo enterró con el diario de bitácora de su piloto.
¿Y ese viejo Piper Cub?
Ahora está en un museo con una placa que dice:
"Algunos aviones transportan pasajeros.
Este llevó toda una VIDA. "
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