Por tantas razones nuestras percepciones nunca dejan de sentirse forasteras cuando vivimos en lugares en los que no hemos nacido ni criado. Para mayor tristeza, nos embarga igual sentimiento cuando después de muchos años volvemos a nuestro lugar de origen. No somos de aquí ni de allá. Es un "intríngulis" existencial de los que emigran y no se sienten en ningún lugar como propio. El 26 de febrero de 2017 pude correr este k21 de Puerto Madryn y allí me reencontré con mi pasado y me dieron una bienvenida en la llegada tan emotiva que resolvió esta angustia que nos acompaña toda la vida. Volver a mi ciudad de origen, de crianza, reencontrarme con mi familia, con mis amistades, con este mar que me vio crecer fue maravilloso. Era de allí y se me cayeron unas lágrimas cuando crucé el arco de llegada. Me aplaudían y yo sentí que era volver a ser niño en el tramo final de mi vida. No pude dejar de emocionarme. Siempre me sentí lugareño de mis queridas ciudades en las que he vivido. Pero por inquietantes razones nuestras percepciones nunca dejan de sentirse forasteras. Aquí me reencontré con mi pasado y resolví parte de mi vida. Hoy les escribo a todos los que se sienten forasteros en todos lados. Que en algún momento vuelvan a su lugar de origen, revivan sus andares, su niñez y puedan reencontrarse con ustedes mismos y su pasado. Será un momento único e inolvidable.
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