Cuando un corredor muere, todos morimos un poco. Cuando se van, aún sin saberlo ni quererlo, y aunque nunca supimos de ellas morimos también de tristeza por estas princesas inocentes que no pudieron vencer este destino, que no pudieron o no les permitieron doblar las curvas que la vida y que el camino les puso por delante. Nos abrumamos enormemente por ellas y sus familias, nos destroza no poder hacer nada para que sigan brillando en la vida, nos muere un poco a cada uno.... Angustia complicada que estruja el corazón sin remedio...Para que no mueran, empujaremos con nuestro corazón, con nuestros pensamientos y con fuerza les tomaremos sus pequeñas manos llevándolas en un tranco esperanzador en nuestra próxima carrera para que puedan seguir estando aquí con nosotros en cada subida, en cada bajada, en cada arco de llegada. Juanca.
Clarisa Nunzio
Sabrina Ferreyra
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