El diálogo se compone de la palabra y el silencio. No podría existir diálogo si uno no escucha mientras otro habla. Tampoco si solamente una de las partes habla y la otra no puede decir nada por monopolio de la palabra. El buen diálogo es respeto por quien se expresa, que sea en tono adecuado para quien escucha, esperar para responder, pensar y entender lo que se está receptando. El diálogo escrito, especialmente por medio de las nuevas formas de comunicación, ha mejorado el intercambio de opiniones y expresiones. Aunque es menos espontaneo, es más económico en la palabra escrita, en el desarrollo, permite mejor la pausa y espera la respuesta de manera más ordenada y democrática. Ahora, la próxima vez que hablen haga silencio hasta que el orador termine. Y esperemos luego que también nos preste atención. Escuchar es un privilegio que tenemos. Hablar una opción si nos permiten.
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