Los adictos ignoran el daño que se están provocando. Los adictos castigan su cuerpo de una forma cruel que en el tiempo les causará disminuciones funcionales y muerte. La repetición impide ver con claridad el mal que genera. La dependencia no permite resolverla. Los daños que se producen se aceptan primero por ignorancia de lo que ocurre y luego por incapacidad de liberarse y modificar en rumbo. La visión del cuerpo se distorsiona. La modificación imperceptible logra que no se comprenda el daño. Finalmente, y lo peor, la mayoría de los casos suelen arrastrar en sus vicios al resto de la familia y en particular a los menores hasta un final predecible como el de Natacha que hoy vemos con tristeza. Despertarse antes de comenzar a consumir es el camino.
(La fotografía es de la policía de EE.UU de un matrimonio drogado).
No hay comentarios:
Publicar un comentario