A veces hay que saber decir no. Poner un límite. A nuestros caprichos o a los ajenos. De esa manera se construye carácter, se desarrolla personalidad, se reeduca la paciencia, aprendemos a separarnos de lo que se ha hecho mal o nos ha hecho mal, alejarnos de lo que no se desea, se moldean los hábitos imperfectos y se mejora la voluntad para lograr objetivos saludables. Para vivir mejor con todos y con uno mismo muchas veces conviene borrar y reescribir la historia. Que nunca te parezca tarde para hacerlo.
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