Un día descubrí que el correr me hacía libre. Trotar por la carretera sin fin me quitó las preocupaciones de las opiniones de terceros, me liberó de normas y generó magia y salud. Cambiaron mis prioridades y de como vivir mi tiempo libre. Me encontré con nuevas amistades con las que enlazamos afecto mutuo y puro por esta manera de tranquear la vida. Correr me ayudó a encontrar el que fui cuando joven y volver a partir de una nueva línea. Poder desafiarme todos los días sin competir con nadie y ver que puedo superarme, aún en la recta final de mi vida, me hace sentir de maravilla porque en mi andar aprendí a ser humilde, a ser mejor persona y a que nunca es tarde, que nunca debo dejar de soñar y que nunca debo rendirme por difícil que sea el desafío.
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