miércoles, 7 de julio de 2021

El desafío de correr con bajas temperaturas, alta humedad relativa y baja presión atmosférica.

Nuestro cuerpo al correr con un índice alto de humedad relativa eleva la temperatura corporal y provoca a las glándulas sudoríparas para corregir. Con alta humedad, donde el aire ya tiene mucha agua, la evaporación de estas gotas de sudor se dificulta, y con esto se entorpece la regulación de nuestra temperatura. Y con baja presión atmosférica disponemos de menos oxígeno agravando la situación. Resultado: nos fatigamos más rápido y nuestra percepción del esfuerzo se vuelve mayor, el cuerpo se sobre calienta, se deshidrata, y, como está en modo alerta, disminuye el flujo sanguíneo y los músculos no reciben el oxigeno necesario para rendir como esperábamos. En extremo aparecen los calambres culpa de la deshidratación, de los bajos niveles de electrolitos y de la poca irrigación sanguinea muscular. Como está fresco no hay sensación de sed e hidratamos mal. Como todos termo regulan distinto el problema afecta a cada uno en forma particular. Esta condición climática ocurrió en el 42 k Rosario de 2019 causando problemas en los ritmos y abandonos de algunos corredores.



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