Hoy he leído que el guía de un corredor ciego ha sufrido un infarto en los 42 k de Rosario y se encuentra internado. Yo tuve en la misma carrera una situación impensada que me llevó a sufrir para llegar tan solo a la mitad y abandonar. Hubo muchos corredores que abandonaron y muchos que llegaron al límite culpa de una situación climática muy particular. Metemos mucho esfuerzo a veces en desafíos que nos exceden o que se complican mas allá de nuestras estimaciones. Me dijo un amigo: "La mente te pide y el cuerpo sufre en silencio". Los corredores comunes debemos dimensionar nuestras posibilidades. La vida es más feliz sin obsesiones. A correr, a disfrutar distancias que se ajusten a nuestras condiciones. Hacer las paces con lo posible nos permitirá vivir en equilibrio y armoniosamente. A bajar un poco las pretensiones y mirar un horizonte al que podamos llegar sin sufrir tanto.
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