Gracias. Quizá es la expresión que mejor refleja todo lo que podría decirte. Gracias por tenerme paciencia. Gracias por haber mantenido firme el rumbo a pesar de los vientos cruzados. Me ha saltado el corazón cuando te conocí y me sigue latiendo ligerito cuarenta y cuatro años después. Gracias por tu humildad y fortaleza. Gracias por la madre que has sido. No tengo ni puedo hacerte grandes regalos. Puedo darte hoy mi mano y decirte que te quiero mucho y si estuvieras de acuerdo me gustaría ir contigo hasta que la última curva nos separe. Juanca.
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