La corrupción genera un daño terrible en la sociedad. Los corruptos tienen dinero que no es del esfuerzo propio para sobornar. Las leyes no los alcanzan, pareciera protegerlos. No rinden cuenta de los millones mal habidos. Cuestionan Jueces, procedimientos, impugnan, postergan, meten cuanto palo en la rueda pueden para alargar la verdad que está a la vista, y cuando finalmente no pueden evitar declarar, ellos no fueron, no era su responsabilidad, no sabían nada. La responsabilidad era del de más arriba, o del de más abajo, o del costado, o mía y de todos. Pasan años y finalmente van zafando. Miserias de la justicia que en un periquete mete preso al que robó una bicicleta o al trapito le darán 10 años y permiten esta acumulación de fojas y expedientes que no lleva a nada. Hay una sociedad honesta desanimada, absorta, que mira que la corrupción de estos miserables la supera y que la justicia finalmente cuando llegue, llegará mal y tarde. Absorta de este festival de los yo no fui. Absorta de esta nada absoluta y apampanada.
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