El instinto del ser humano en perpetuar un modo de vida constituye un error de visión que muchas veces termina siendo dramático y cruel para sus semejantes. No ver ni dimensionar la finitud de la existencia es común. Les ocurre generalmente a los políticos, a los empresarios y por sobre todo a aquellos que tienen una posición de poder y solvencia que les resulta inadmisible perder. Puede asumirse cierta ignorancia en la capacidad de dimensionar el destino porque este es irremediable, inexorable y las más de las veces miserable en estos casos. Hay excepciones que sabiamente modifican su rumbo en el momento correcto. Los beneficios son maravillosos para ellos y por sobre todo para la sociedad que a veces debe padecerlos. Sesuda determinación que todos deberían tomar para un final más solidario y ejemplar. Aquí dos ejemplos opuestos: Ángela Merkel y Vladimir Putin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario