Fue tenaz, valiente, sencillo, severo, optimista. Un estratega admirable. Liberó tres territorios y nativos de una opresión mezquina. Renunció a puestos políticos y al poder, rechazó honores, privilegios y recompensas. Esto lo diferenció de los ambiciosos, de los inmorales y de los filibusteros. Buena persona, generosa, desinteresada y solidaria. Hoy podemos recordarlo y refrescar uno de sus pensamientos: "Robar es un delito. Pero arruinar el país es traicionar a la Patria". José de San Martín falleció a las 3 de la tarde el 17 agosto de 1850 en Boulogne sur Mer (Francia).
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