Viven con avaricia enfermiza y con mil miedos a perder posiciones en las que han recalado sin mérito previo. Viven sumando lo que no les pertenece. Olvidan que sus hijos quieren padres ejemplo, quieren ver manos limpias y honorabilidad. Las ventajas que logran perdiendo la dignidad no les servirán para nada en el futuro. La vida se extingue finalmente para todos y, en la última placa, la sociedad que ha sufrido sus andares escribirá indeleble: aquí yace un político, dejó de dañarnos e inexorablemente y por fin se ha ido sin llevarse nada de lo que nos ha pertenecido. Recapaciten por favor. No se exculpen. Cambien por ustedes, por sus hijos y por nosotros. Por favor.
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