sábado, 20 de octubre de 2018

Sheila.

Cuando un niño muere, todos morimos un poco. Cuando se van, aún sin saberlo ni quererlo, y aunque nunca supimos de ellos, morimos también de tristeza por estos inocentes que no pudieron vencer este destino, que no pudieron doblar las curvas que la vida y que el camino les puso por delante. Nos abruma enormemente, nos destroza no poder hacer nada para que sigan brillando en la vida, nos muere un poco a cada uno.... Angustia complicada que estruja el corazón sin remedio...Cuestiona nuestros principios sobre la vida de los responsables de su muerte. Desnuda el daño que provoca la corrupción derivando en pobreza, falta de educación, de trabajo, droga y miserias de cerebros destruidos. Lloro por tí Sheila y por los miles de niños que están en la frontera de la vida.


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